Cira Rodríguez César

Como ocurre con casi todos los actuales problemas que enfrenta hoy la humanidad,  algunos encuentran plena comprensión de autoridades políticas, económicas y sociales, otros no, como es el caso de la maternidad de la mujeres trabajadoras.

No son pocos los que tienen la percepción de que la maternidad es costosa para las empresas, idea reforzada por la convicción cultural de que los “trabajadores ideales” están disponibles las 24 horas de los siete días de la semana, y que la dedicación de las féminas al empleo disminuye cuando están embarazadas o son madres.

En su informe La maternidad y la paternidad en el trabajo: Legislación y práctica en el mundo, del Servicio de Género, Igualdad y Diversidad de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se indica que alrededor de 830 millones de mujeres en el mundo no se benefician de protección adecuada en su período de gestación.

Casi el 80 por ciento de esas trabajadoras se encuentran en África y Asia y de manera oficial Estados Unidos, Papua Nueva Guinea y Omán son los tres países que no contemplan autorizaciones pagadas, aunque en el caso del primero sí existen en los estados de Nueva York, California y Hawai.

Por lo general son regiones donde también prevalecen los regímenes de responsabilidad del empleador, predomina el trabajo informal y las tasas de mortalidad materna e infantil son muy altas.

El estudio examina la legislación y la práctica a nivel nacional en materia de maternidad y paternidad en el trabajo en 185 países y territorios incluyendo licencias,  prestaciones, protección del empleo, protección de la salud, disposiciones relativas a la lactancia en el trabajo y el cuidado de los hijos.

De esas naciones unas 66 ratificaron al menos uno de los tres convenios sobre protección de la maternidad de la OIT, mientras 98 cumplen la norma que establece una licencia de maternidad de al menos 14 semanas.

Otras cifras preocupantes

Tal es la atención que los organismos de las Naciones Unidas prestan a este tema que la  indagatoria reveló otros importantes y preocupantes datos:

De las 185 naciones estudiadas, 107 financian las prestaciones pecuniarias de la licencia de maternidad mediante la seguridad social.

Se detectó que entre 1994 y 2013, el financiamiento de esas retribuciones a las mujeres durante y después del embarazo a través del empleador disminuyeron de 33 a 25 por ciento.

Otros 74 países ofrecen beneficios monetarios que corresponden a al menos dos terceras partes de los ingresos hasta 14 semanas, un incremento general de tres por ciento desde el último estudio de la OIT, en 2010.

Sobresale en el reporte final del estudio que 79 países disponen del derecho legal a la licencia de paternidad. En 70 de ellos dicho permiso es remunerado, lo que pone de manifiesto la tendencia de una mayor participación de los padres en el nacimiento de un hijo.

En 1994, la licencia de paternidad existía en 40 de los 141 países de los cuales se disponía de datos.

Sobre esa base la investigación de la OIT resume que la protección de la maternidad todavía es percibida como una carga económica, en particular, para las pequeñas y medianas empresas (PYME).

Una nueva encuesta de la OIT dirigida por el Departamento de Condiciones de Trabajo e Igualdad y el Departamento de Empresas y llevada a cabo con la Middlesex University del Reino Unido, sugiere que esa protección es asequible y trae beneficios para la sociedad en general.

Por ejemplo, ayuda a conciliar la vida familiar y laboral, por lo que es más probable que esos empleados permanezcan en la misma empresa y eviten gastos de contratación de nuevo personal. También disminuye el ausentismo, dice el estudio.

“Es por este motivo que consideramos que la protección de la maternidad es más una inversión que un costo, no sólo para los empleadores, no sólo para los trabajadores, no sólo para el gobierno, sino para todo el país”, afirmó Guebray Berhane, funcionario de la OIT en su sede regional en Africa.

En relación con esta problemática en las PYME se torna más significativo porque las mujeres constituyen una gran proporción de sus empleados, sobre todo en el sector de los servicios.

Pero para que la maternidad y la paternidad se conviertan en un hecho normal en la vida de las empresas se necesitan nuevas y concretas políticas que tomen en cuenta las características y necesidades específicas de cada entidad.

En particular, estas disposiciones deberían incluir leyes y estrategias nacionales dirigidas a la protección de la maternidad y conciliar la vida laboral y familiar con un costo mínimo, o ninguno, para los empleadores, junto a medidas de apoyo específicas.

Comentarios del responsable del servicio de género, igualdad y diversidad de la OIT,

Shauna Olney, resaltan que en primer lugar, es fundamental que la licencia por maternidad sea financiada por el seguro social obligatorio o con fondos públicos.

No obstante, eso no significa que no representan costo alguno para las empresas, pues el apoyo financiero y otros incentivos podrían ser particularmente útiles para las pequeñas empresas.

Pocos costos y muchas ganancias

El estudio de la OIT muestra que algunas medidas de protección a la trabajadora embarazada y posparto pueden ser implementadas con un pequeño gasto o ninguno.

Por ejemplo, la ayuda al amamantamiento en el lugar de trabajo es una medida que genera ventajas para todas las partes, empleadores y empleados, máxime en países donde la licencia por maternidad es corta y escasean las soluciones gubernamentales o privadas para facilitar guarderías infantiles.

En resumen, son necesarias más y mejores soluciones para ampliar y proteger la maternidad en las PYME, en particular en las naciones en desarrollo donde esas entidades operan en la economía informal y la mayoría de las mujeres no tiene ningún amparo a su maternidad.

Sin embargo, las prestaciones antes y después de la gestación también están siendo restringidas en los países de altos ingresos.

Ello se debe al número cada vez mayor de trabajadoras con contratos de trabajo a tiempo parcial, ocasional o temporal, quienes tienen menos probabilidades de disfrutar del derecho de protección a la maternidad.

A esa situación se suman las evidencias cada vez más numerosas de discriminación relacionada con el embarazo y la maternidad, sobre todo en momentos en que muchas empresas tienen dificultades para seguir adelante en tiempos de recesión económica.

 

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