Satisfacer la demanda de invertir en el poder de toma de decisiones y la participación política de las mujeres está ligada a la consecución de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
Llegó al Parlamento británico hace solo un año pero Jo Cox ya era considerada como una de las diputadas más prometedoras. Apasionada de la política y la filantropía, al ocupar su escaño por el Partido Laborista dejó atrás una sólida carrera en la cooperación, que la llevó a trabajar en algunos de los más peligrosos conflictos armados del mundo. Fue directiva de la ONG Oxfam, y trabajó como asesora de la fundación Bill y Melinda Gates y de la esposa del ex primer ministro Gordon Brown.
Las próximas elecciones generales del 26 de junio representarán, muy probablemente, un nuevo avance de la presencia de las mujeres en el Parlamento. La undécima legislatura surgida de las elecciones del pasado 20 de diciembre contó con la cifra más alta de diputadas de la historia de la democracia, con 139 mujeres (un 39,71 % de la Cámara). Según datos del Instituto de la Mujer, la progresión desde la primera legislatura (1979-1982) con un 5, 14% de mujeres, ha sido más o menos constante, hasta alcanzar la cifra más alta en la octava legislatura (2004-2008) con un 36% de mujeres. La décima y novena legislaturas contaron con un 35,71% de mujeres diputadas.
Anoche, cuatro hombres, cuatro, debatieron en El Objetivo de Ana Pastor, en La Sexta, de economía: el eje de la política que acaba condicionando nuestras vidas, las de todas y las de todos, y que en los últimos años ha demostrado que tiene la virtualidad, cuando está en manos de los señores neoliberales, de hacer más vulnerables a las mujeres. Al parecer, ni una sola mujer hay en los partidos mayoritarios capaz de estar a la altura de quienes continúan usurpando la universalidad. Nada parece que pueda aportar de interesante, por ejemplo, todo lo mucho y bueno que desde hace años se está trabajando desde las teorías ecofeministas.